Manos
inmensas
desforadas
De hondura y sentido
Este siglo entero de sangre
De tardío alumbramiento
Metástasis de sombra
En la habitación de la palabra
En sus crispados rincones
De silencio
De voces airadas
De profecía en los desolados muros
Enardecido verbo
A salvo de los desquiciados sanatorios
De la crecida tiniebla en el rostro
Horda abatida por el golpe de un verso
Aunque luego acometan
Rayos escondidos entre los árboles
Los ojos grandes de la furia
La muerte rozagante a gritos
Derribados inapelablemente todos
A manos de una sorda canción
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