LAS SOLEDADES INTERRUMPIDAS
Hay robles, hay nogales,
Olmos también, castaños.
Entre las muchas frondas
El tiempo aísla prados.
Troncos ya no. Son tablas.
Renacen las maderas.
…Y una pared, un porche.
Ya es un pueblo: se esfuerza.
Colorines. Reluce,
Desordenando el día
Más luminosamente,
La terca tentativa.
Casas, al fin, despuntan
Por entre unos verdores
Sujetos a un dibujo
Sumiso. Quiere el hombre.
Las calles-rectilíneas
Y tan silvestres- quedan
Acogiendo aquel ansia
De historia con su selva.
¡Oh codicia elegante!
El cristal de las lunas
No deja al maniquí
Perder su compostura.
Todo está concebido.
¡Cuidado! La persona
Se detiene en un borde,
Con los demás a solas.
Y se desgarra el tiempo…
Es el pitido súbito
De un tren que allí, tan próximo,
Precipita al futuro.
Fluyan, fluyan las horas:
Gran carretera. Van
Manando ya las fuentes
De la velocidad.
Los follajes divisan
A los atareados,
En su esfuerzo perdidos,
Oscuros bajo el árbol.
Un rumor. Son las hojas
Gratas, profusas, cómplices.
Los tejados contemplan
Tiernamente su bosque.
“¡Este tío idealiza a Guillén! To-do lo de Jor-ge es per-fec-to. ¡Y no hay nadie más que valga la pena!”
¡Bueno, bueno…contén tu rabia! No escandalices.
Veamos: ‘Por entre unos verdores’, escribe Jorge. ¿Lo has leído verdad? Pues a mí me parece que disuena, que es muy forzado, violento. En este poema hay unos pocos versos con acentuaciones 1-3-6, que no son los más numerosos. Lo que diferencia a éste del resto es la marcadísima juntura antes señalada en la sílaba tónica (con ginebra). Uno se hunde en la lectura. Vamos, ni con cola (coca, por supuesto). Una solución sencilla es cambiar ‘unos’ por ‘los’. Aunque ni así. No entremos a diferenciar entre unos (indeterminado) y los (determinado).
Este verso no es un verso propio de Jorge; conteniendo mi lengua (diré), un dislate. O: conteniendo mi lengua diré que es un dislate.
Tic. Tac. Tic. Tac. Continuará.
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