Por utilizar textos de un condiscípulo de Rosario Castellanos y mío, Leopoldo María Panero (¡hala!, otra pregunta al viento) para referir lo dicho antes, extraigo de ‘Así se fundó Carnaby street’, parte segunda (‘Tarzán traicionado’, título suficientemente elocuente de por sí) un poema nada más, o dos, por concretar, porque el resto también dice los mismo que Jorge:
Blancanieves se despide de los siete enanos
Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que palidecen, rostros que caen sin peso sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la casa del bosque crujen, de noche, las viejas maderas, el viento agita raídos cortinajes, entra sólo la luna a través de las grietas. Los espejos silenciosos, ahora, qué grotescos, envenedados peines, manzanas, maleficios, qué olor a cerrado, ahora, qué grotescos. Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el horizonte. A lo lejos se oyen golpes secos, uno tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los cerezos.
Deseo de ser piel roja
La llanura infinita y el cielo su reflejo.
Deseo de ser piel roja.
A las ciudades sin aire llega a veces sin ruido el relincho de un onagro o el trotar de un bisonte.
Deseo de ser piel roja.
Sitting Bull ha muerto: no hay tambores que anuncien su llegada a las Grandes Praderas.
Deseo de ser piel roja.
El caballo de hierro cruza ahora sin miedo desiertos abrasados de silencio. Deseo de ser piel roja.
Sitting Bull ha muerto y no hay tambores para hacerlo volver desde el reino de las sombras.
Deseo de ser piel roja.
Cruzó un último jinete la infinita
llanura, dejó tras de sí vana
polvareda, que luego se deshizo en el viento.
Deseo de ser piel roja.
En la Reserva no anida
serpiente cascabel, sino abandono.
DESEO DE SER PIEL ROJA.
(Sitting Bull ha muerto, los tambores
lo gritan sin esperar respuesta.)
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