‘Ya en este balcón/ Sonríe esperando,/ Ágil, pulcro, joven,/ El frío más claro.’ De nuevo el cristal y otra perspectiva del balcón. Desde el balcón miramos al exterior y desde el balcón exponemos al exterior nuestra intimidad., creo que ya he dicho en alguna ocasión; en el balcón, el vértigo, el miedo al vacío al sorprendernos enamorados, también; y en el balcón, esta vez, prendido a los claros cristales, el frío de la intemperie, la frialdad, la tenacidad (‘Sonríe esperando’, qué ejemplo de paciencia), la agilidad, la pulcritud, la juventud (¡cuánto tiempo por delante!) de la poesía y la razón para invadir el espacio personal, propio, del poeta, del hombre. La poesía, qué paciente, qué ágil, qué pulcra, qué joven y ardiente en su frialdad viene a desnudarnos, hermano Jorge.
‘¡Diáfana alianza!/ Frío con cristal./ Los dos, transparentes,/ Hacia la verdad.’ Frío: razón, cristal: poesía. Es decir, iste est, o sea, la poesía no como reflejo del entendimiento del ser (por decirlo de algún modo), sino como limpio cristal a través del cual se observa el ser. ¡Guau! ¡Qué pretenciosidad!, ¿eh? Esto es aquello de hacer la forma transparente al poema, ¿no? ¿Cómo lo decían estos colegas nuestros? Yo no lo recuerdo, lo que sí me viene a la memoria es aquel frescor hacia forma que el mismo Jorge ha escrito en Cántico, en ‘El manantial’, ¿te acuerdas? Y bueno, que sí, que nos deja en cueros, o al menos eso buscamos, que Jorge y yo en cada poema hacemos un streptease (léase estriptís o estriptis). ¡Menudo dúo!¿Lo estás viendo? ‘Desnuda, la vida/ Revela brillando/ Su candor, que es nieve:/ A solas un astro.’
To be continued…
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