(Para leer el poema comentado sígase la etiqueta Sobre Cántico.)
¿Qué venida o llegada es la que se espera? Alguna muy deseada, sin ninguna duda, pues un coro la celebra muy de mañana. Consúltemos en el DRAE la definición de alborada por intentar aclararnos (entiéndase el chiste): 1. f. Tiempo de amanecer o rayar el día. 2. f. Música al amanecer y al aire libre para festejar a alguien. 3. f. Composición poética o musical destinada a cantar la mañana. 4. f. Acción de guerra al amanecer. 5. f. Toque o música militar al romper el alba, para avisar la venida del día. ¿Es, pues, una persona quién ha de venir? ¿Es un anuncio marcial? ¿Una acción de guerra?
Nada trágico, diría yo, es lo que se espera, pues esta llegada es vuelta anhelada: ‘Todo lo que perdí/ Volverá con las aves’, ya que nos permitirá recuperar lo perdido. Y volverá de sí, ‘Sin designio de gracia’, sin propósito de merced, que así es como las avecillas pían y pían de natural, no con intención adulatoria. Volverá porque volver es su sino.
¿Tan fácil es recuperar lo perdido? No, este Jorge parece que peca de optimista. A no ser que lo perdido no sea algo estrictamente personal, como nos hace pensar el verso: ‘El que yo fui me espera/ Bajo mis pensamientos’. Es decir, el hombre a sí nunca se pierde, siempre se es accesible a través del pensamiento, allí encontraremos siempre al que fuimos sin más que pretender alcanzarlo. Lo que se hace esperar es lo que no está en nosotros. Y en éstas, lo que llega en abril cuando llegan las aves es la primavera, y entre ellas, el cantarín ruiseñor, que, por más, anuncia el comienzo del día, la venida de la luz. El no va más, el ruiseñor es el símbolo esencial, pues, canta al florecimiento de la vida y canta a la luz que lo desvela.
No es casual, por estas características señaladas, que el ruiseñor que espera y anuncia la luz y la vida haya sido en el medievo representación alegórica del sentimiento cristiano, del hombre que espera y celebra al salvador y al creador.
Por tanto, Jorge nos habla del advenimiento de la primavera, de la vuelta al comienzo del ciclo de la vida, y de la vuelta con este florecimiento al cuestionamiento del mundo. ¿De dónde está maravilla? ¿Quién nos la concede? Y el propio Jorge se ha respondido en el poema: ‘Sin designio de gracia’, sin propósito de merced. No hay creador, diré yo que está diciendo Jorge: es porque es, no porque alguien fuera.
‘Arrebol, arrebol/ Entre el cielo y las auras’. ¿Arrebol de ocaso o de amanecer? Marcha al primer verso de Cántico y comprueba que allí el alma en el amanecer. Sólo está reforzando la idea de que el estallido de vida que es la primera estación nos hace buscar nuestras almas y mirar al cielo.
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