Manda narices. Con perdón.
‘Ser, nada más. Y basta./ Es la absoluta dicha/ ¡Con la esencia en silencio/ Tanto se identifica!’ (Más allá, I) Qué poco huele esta esencia, ¿verdad? Y es que para Jorge la nariz no parece más que el conducto por el que se introduce el aire en el cuerpo: ‘Soy, más, estoy. Respiro./ Lo profundo es el aire./ La realidad me inventa,/
Soy su leyenda. ¡Salve!’ (Más allá, I) Pero es que este oxígeno es el misterio más profundo. ‘Errante en el verdor/ Un aroma presiento,/ Que me regalará/ Su calidad: lo ajeno,// Lo tan lejano que es/ Allá en sí mismo. Dádiva/ De un mundo irremplazable:/
Voy a por él a mi alma.’ (Más allá, V) Y ese aroma presentido e indescifrable, errante, pues, es en toda la extensión del término: nómada al tiempo que equivocado, y es fiel reflejo de nuestro acercamiento intelectual a la realidad (lo ajeno, que también es nosotros): cambiante y siempre erróneo en cada nueva tentativa. El aire, físicamente nexo nuestro con el Universo todo: ‘Aire que yo respiro/ De planeta me colma’ (Más allá, VI)
Sólo un par de referencias queda en esta primera parte al sentido del olfato, con sentido positivo y celebratorio del medio natural y la primavera: ‘Era aquel aroma/ De Mayo y de Junio/ Con favores juntos/ De flor y de fronda.’ (Los tres tiempos), una de ellas. ¿Dónde la última? En Advenimiento: ‘¡Oh luna, cuánto abril,/ Qué vasto y dulce el aire!/ Todo lo que perdí/ Volverá con las aves.’; junto al único calificativo (o sustantivo)
que remite al gusto.
Aunque cuantitativamente podemos pensar que el olfato tienes protagonismo que otras cualidades sensoriales, no se olvide que esta sección de poemas lleva por título ‘Al aire de tu vuelo’.
Bajo mi actual criterio (a saber mañana), estos tres poemas, tres, son los centrales del apartado. ‘Más allá’ es el hombre que por primera vez conoce; ‘Advenimiento’ es el hombre que se reconoce en la naturaleza y en su devenir cíclico; en medio, ‘Los tres tiempos’, el presente como búsqueda del pasado y anticipo del futuro.
Volviendo a Advenimiento, que con tanta esperanza cierra, ‘La luna está muy cerca,/ Quieta en el aire nuestra’. Ahí mismo nos espera, ‘Todo lo que perdí/ Volverá con la svaes’ en ciclo natural, porque sólo perdemos la naturaleza cambiante que ahí está y vuelve siempre. De una parte: ‘¡Actualidad! Tan fugaz/ En su cogollo y su miga’, y de otra: ‘De un árbol -hoja a hoja/ Soleándose, dándose,/ Todo actual- me enamora’.
Y si quiso decirlo así, ¿por qué no lo hizo? Porque quería Jorge que tú y yo nos tomásemos el disfrute (que no molestia) de interpretarlo. Los problemas no son de entendimiento, los problemas de la vida son otros; los ejercicios de entendimiento son enigmas de los que disfrutar, ‘Enigmas –en sus masas’ que ‘Yo los toco, los uso’ y constituyen el poema. Lo indescifrable es lo bello, lo indescifrable son el poema y la vida: hermosos misterios.
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