martes, 16 de agosto de 2011

Noticia de Augusto Ferrán. Su poesía (11)

La soledad (1860)

CI

Tened preso el corazón
como a un pájaro en su cárcel,
porque si a escaparse llega
volará hasta que se canse.

Cuando de volar se canse,
vendrá caídas las alas...
¡Y el corazón vuela siempre
en alas de la esperanza!

CII

La campana da las doce;
las doce el eco repite;
las doce el sereno canta
y un día más se despide.

CIII

Sé que tengo que morirme,
y aún no me he puesto a pensar,
cuando la muerte me llame,
lo que habré de contestar.

CIV

Compañera, yo estoy hecho
a sufrir penas crueles,
pero no a sufrir la dicha
que apenas llega se vuelve.

CV

Cuando te mueras te haré
un cantar de muchas coplas,
para que aprendan los vivos
a respetar tu memoria.

Y si alguno no creyera
lo que en mi cantar yo ponga,
le mandaré al otro mundo
para que allí te conozca.

CVI

Te ríes cuando te digo
que eres causa de mis males:
¡Pobre mujer! ni siquiera
a tiempo reírte sabes.

CVII

Me has hecho esperar dos horas,
las más largas de mi vida;
horas en que hemos forjado,
yo esperanzas, tú mentiras.

CVIII

¡Cuántas veces me he parado
en medio de mi camino,
y he vuelto la vista atrás
porque al pasar no te he visto!

CIX

Tú misma cortaste ramas
del árbol que yo planté;
las echastes a la lumbre,
y no querían arder.

CX

Cuando vayas por el mundo
yo te daré el pasaporte,
y en las señas personales
te pondré «mujer» sin nombre.

CXI

Muerte que causan los celos
es la peor de las muertes,
porque más se ama la vida,
cuantos más celos se tienen.

CXII

Los elementos son cuatro:
agua y aire, tierra y fuego;
y en otro mundo sin nombre
hay otros cuatro elementos.

En él el agua son lágrimas,
el aire vanos deseos,
el fuego continuas luchas,
la tierra remordimientos.

CXIII

Te callas porque conoces
que yo sé toda tu historia;
¡qué cierto es aquel refrán
que dice: quien calla, otorga!

CXIV

Te he visto por la mañana,
y te he visto por la noche,
y siempre te he visto igual,
es decir, mintiendo amores.

CXV

A la ventana me asomo
por ver la gente que pasa;
y por eso digo a veces
que da al mundo mi ventana.

CXVI

Esperanza de mi vida,
¿por qué te alejas de mí
llevándote las promesas
que no llegaste a cumplir?

Cuando ves que ansioso tengo
los ojos fijos en ti,
esperanza de mi vida,
¿por qué te alejas de mí?

CXVII

Ahora que me estás queriendo,
yo no te puedo querer:
las cosas buenas no llegan
a tiempo ninguna vez.

CXVIII

La noche oscura ya llega;
todo en el sueño descansa,
y tan sólo el corazón
dentro del pecho trabaja.

CXIX

Tú me miras, yo te miro,
y así los dos nos miramos:
tú me preguntas quién soy...
yo sigo mirando... y callo.

CXX

Hay cuentos que no son cuentos
y que son una verdad;
escucha si no, morena,
el que te voy a contar.

«Se quisieron una hora:
no se olvidaron jamás...»
una hora es una vida...
es cuento, pero es verdad.

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