lunes, 28 de mayo de 2012

'Observaciones y máximas de Blas', de Noel Clarasó (25)

OBSERVACIONES (2, y fin)

Una de las sorpresas más agradables de la noche se produce cuando, después de llamar al sereno, aparece de pronto el sereno.

Hay quien come la fruta con piel en honor a las vitaminas, y otros porque no la saben mondar con elegancia.

Una de las cosas más viciosas de fumar es ver el humo; poca gente goza fumando a oscuras.

Los loros son enemigos de la libertad, pero no de la ajena sino de la propia, y en esto se distinguen de los hombres.

Los que comen todos los días en la misma mesa y duermen en la misma cama, están casados; y, si no lo están, peor para ellos.

Desearle a otro que sea feliz y no darle resuelta la manera de serlo es tan inútil como desearle a un calvo que le crezca el pelo o a un pobre que gane en la lotería; es el pelo y el dinero lo que les sirve, no el buen deseo.

Hay dos clases de leyes: las que unos hombres dictan para que otros cumplan, y las que unos siguen confiando en que nadie se atreverá a dictarlas para todos.

La fotografía sería un entretenimiento inofensivo si en ella no apareciera el rostro de las personas.

Un patrono siempre halla consuelo en la ignominia de sus subordinados; los defectos del obrero justifican su mala suerte y así parece que cada uno ocupa el sitio que le corresponde.

En una juerga hay dos elementos secundarios (suponiendo que el hombre es el principal), las mujeres y el vino; y es curioso que la relación del hombre con uno solo de estos elementos nunca es una juerga, sino una tragedia.

Todas las informaciones, en principio, son falsas.

Los retratos antiguos de personajes desconocidos siempre tienen un parecido extraordinario con el original.

La soledad tiene dos ventajas: la de estar con uno mismo y la de no estar con otro; la sociedad ofrece las dos hermosas ventajas contrarias.

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