¿Qué bobina de fuego flota en el horizonte? Ser círculo es ser un universo. ¡Versos míos, girad!
¿Eres tú, oscuridad, la llama que me llama? ¡Apagada en la sombra hay otra sombra?
¿No pespunta las nubes aquel rayo de sol? ¡La poesía misma! ¿Qué me posee, quién, en este cortejo de lápidas? Ni abre la sinfonía una nota primera ni la cierra otra última. ¡Todo comienza antes de empezar y termina después de tener fin!
De estar despierto yo se despertó la madrugada. Se puso en pie. Y he salido a la calle. He visto cómo se suicidaban los balcones, se suicidaban las veletas, se suicidaban los pararrayos y las grúas, las buhardillas, las gárgolas, se suicidaban las antenas, las chimeneas las espadañas, hasta pararse los pulmones del aire. ¡Todo lo ocupa el aire! ¡Todo lo mira el cielo! ¿Qué callan los espejos, que os ven? ¿Cómo placar ciclones de metralla con los brazos del pánico? ¿Cómo saltar el ique del desprecio, las murallas del estruendo, la guillotina de la mediocridad? ¿Cómo taponar con nuestro empacho la gran boca del hambre?
Tu piel grabó las ruinas de Palmira, los zocos laberínticos de Aleppo. Para encontrarnos en la madrugada mira alto, no, no, cierra los párpados: estoy en ti, en los rosetones de tus ojos, en la resina o llanto de los bosques. Todos los mundos son un mundo solo por el amor que los reúne y lanza a la serenidad de la materia. Transparencia es el alma, bandear de campana hecho parto. ¡El aire da a más aire! ¿Qué hay una palabra más allá?
Las voces de mis muertos son carbones que centellean a mi alrededor, hachas de ausencia abriéndome camino. ¡Mi cabeza es un nido de tormentas! ¡Mi corazón, un frasco de temblor vapuleado por el salfumán! ¿Soy un iceberg que desafía al sol? ¿Un volcán que se extingue? ¿Soy el poseso que rajó el espacio para ver más allá?
No puede, sin dañarse, mirar la luz quien viene de la sombra. ¡Oigo moverse los balcones del cielo! A veces vuelvo a donde nunca estuve.
Con un dedal de agua, con auja de hielo, zurzo gotas de fuego en las resquebrajaduras de mi corazón, frágil como un puño de cristal.
¿Adónde voy por esta senda inmóvil? Esta senda que busca otro universo, el mío. Lo mejor de este viaje ha terminado, lo que venga será solo peor. Y mientras tú te vas todo se queda. ¡Tunelar es vivir! ¡La vida es el rápido barrido de un limpiaparabrisas! La vida es un paisaje que se esfuma; una quimera que, además, se acaba. Cada instante vivido, más que un cuadro, es un museo de detalles únicos. ¡Atrápalos en todo su esplendor: no se repetirán!
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