¡Actualidad! Tan fugaz/ En su cogollo y su miga,/ Regala a mi lentitud/ El sumo sabor a vida. Jorge Guillén
martes, 19 de junio de 2012
Javier Moreno acaba de publicar "Cadenas de búsqueda" (1)
Discursivo, prosaico, pero un magnífico libro de poesía. Las "Cadenas de búsqueda" que emplea Javier Moreno para construir este poemario no solo las introduce en su buscador de internet para observar los resultados e inspirarse en ellos (como hace con algunos precios), sino que son también las relaciones que con su acontecer cotidiano busca en el recuerdo, la inteligencia, el ensueño y el deseo.
Un libro brevísimo, de 55 páginas, que se lee de un tirón y que se relee de inmediato. Si no, prueba.
Te doy un extracto de 8 poemas, 8, por no excederme y que El Desvelo quede contento y no molesto de esta noticia. Ahora, estos 2:
PRÓLOGO
Hay ruido
demasiado ruido
El mundo
debería recogerse
en sí mismo
Guardar el silencio
del ave en su huevo
Y solo después
tras romper la cáscara
ante el micrófono
piar epifánico:
Probando
Probando...
IRRACIONAL
Suena el despertador, te giras y tu cuerpo desnudo
-las siete en punto-
traza una interrogante sobre las sábanas
Recuerdo la tarde de compras
Te gustó aquel anillo barato. Cada primavera compro
uno nuevo, dijiste
Como los árboles, como la naturaleza
te renuevas, imitas sus ciclos, pero sabes
los árboles también mueren
acierto a pensar con dolor
mientras desayuno
La fruta y los mendigos
maduran rápido
envueltos en periódico
Me asalta la idea
cuando veo a ese hombre tendido
en el portal
junto al cajero automático, tan pobre, apenas
a un par de metros
de tantísimo dinero
Una oposición -el cajero y el medigo-
sin posibilidad de síntesis
Es duro
muy duro
como acampar a las puertas del paraíso
y mirar día tras día
su esplendor inasequible
a través de una ranura
De camino, en el coche, he tropezado
una carroña en medio de la carertera y
alrededor de ella, un puñado de grajos
En el instituto he hablado de Tales
de la semejanza, de la hipotenusa del triángulo
de catetos la unidad, ese número incomprensible
para los pitagóricos -esos señores que no comían
habas, lo que no les cuento a mis alumnos es el porqué
porque las habas huelen a semen y eso les recordaba
al sexo, algo más irracional si cabe-
A la vuelta, donde había antes un cadáver
no quedaba nada, apenas un rastro de sangre y vísceras
Reconfortado, he pensado en la naturaleza
y en su perfecta ordenación
los grajos y yo
cumpliendo nuestro trabajo
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