La poesía y la matemática son los
dos polos extremos del lenguaje. Más allá de ellos no hay nada –el
territorio de lo indecible; entre ellos, el territorio inmenso, pero
finito, de la conversación. Octavio Paz, Corriente alterna.
He tomado prestada esta cita porque
quiero comentar un singular poemario en el que la lógica –la
matemática– está muy presente. Su autora es Sofia Rhei, una
polifacética escritora que descubrí a través del libro Sextinas. Pasado y presente de una forma poética.
Entre toda su magnífica poesía, he elegido su delicada y vehemente Alicia volátil. Trata
de la Alicia del famoso cuento de Lewis Carroll –pseudónimo del
matemático, fotógrafo, escritor y diácono británico Charles Lutwidge
Dodgson–, una verdadera joya de la literatura dominada por el juego de
la lógica que Carroll regaló –ilustrado por él mismo– a la niña que le
inspiró, Alice Liddell.
En Alicia volátil ha pasado el tiempo: Alice es ya una mujer y el
reverendo Dodgson un hombre mayor. Intercambian una serie de cartas en
las que recuerdan el pasado –ella reprocha, él ya no la reconoce– pero
Dodgson desliza la última de ellas por detrás del azogue de un espejo
en vez de enviarla.
Esta decisión desencadena la fusión de
todas las alicias: la niña, la adolescente y la adulta entran en el
país de las maravillas, saltando de una edad a otra y revelando sus
vivencias más íntimas:
lo que siempre estuvo del lado del futuro.
¿Con qué extraña precisión pudiste cambiar
mi rostro, mi sonrisa...
Continúa aquí.
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