CASOS COMUNES
Juan envidia de Bruno la nobleza
y Bruno a Juan envidia la riqueza;
ambos envidian a Luis la calma,
y este envidia a los dos, con toda el alma,
honores y fortuna ¡qué simpleza!
Bruno con lo de Juan feliz sería,
Juan sería feliz con lo de Bruno;
lo de Luis a los dos contentaría
y a Luis feliz lo de los dos haría;
¡y con lo propio no es feliz ninguno!
Podemos deducir de esos extremos
que, de la vida atados en el potro,
felicidad es lo que no tenemos.
Tal vez mejor diremos:
felicidad es lo que tiene el otro.
LO QUE SE DICE Y LO QUE SE PIENSA
-Conque ¿te han dado un destino?,
¡lo mereces! (por pollino).
-Yo, no (tu envidia declaras).
-¡Me alegro! (¡así reventaras!).
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-¿Y mis versos?
-A luz dalos,
están de poesía llenos.
-¡Son muy malos! (son muy buenos).
-¡Son muy buenos! (son muy malos).
-Tu opinión en mucho aprecio.
-Yo te los corrijo pronto.
-¡Ah!, mil gracias (es un tonto).
-¡Hombre!, al contrario (es un necio).
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-Tú siempre hermosa, Enriqueta
(¡qué necia y que fastidiosa!).
-Y tú, Julia, siempre hermosa
(¡qué pesada y qué coqueta!).
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-¿Me amas?
-¿Yo?, ¡más que a mi vida!,
¿y tú?
-¡Que si te amo yo!...
¿Me olvidarás nunca?
-¿cómo olvidarte, querida?
(y mi Julia que me espera).
(-Y mi Juan que ha de venir.)
-Sin ti no puedo vivir.
-Yo, sin ti, mi amor, muriera.
(¿Cómo echarle?)
(-¿Cómo irme?,
no quiero que Julia aguarde.)
-¿Tan pronto? (¿tan tarde?),
¿no tienes más que decirme?
-¡Ah!, sí; volveré muy pronto.
-¡Adiós! (la tonta, me ama...)
-¡Ay!, ¡adiós! (me adora, el tonto...)
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