Nos tropezamos en Madrid Cómico de 26 de noviembre de 1898 con un libro de título Prosas y Versos de autor innombrado y que identificamos tras algunas pesquisas (que no te declaro) como Fernando Franco Fernández. Pues sí, he curioseado en la obra, no en el personaje. Ah, solo en la poesía claro. Quien quiera prosa, que la busque.
Inicialmente recibo del libro algunas impresiones... que me tientan a abandonar la lectura. Si no, dime tú que te despierta esto:
Fatal encuentro
Vámonos al ambigú,
lindísima disfrazada;
no temas, no temas nada;
conmigo vienes bien tú.
No te amedentre tu esposo
que yo también tengo esposa;
anda, mascarita hermosa,
descubre tu rostro hermoso.
[...]
y esto otro:
La primavera
Estación de la alegría,
de la vida y del encanto
¿qué decir de ti podría
la pálida pluma mía
habiéndose dicho tanto?
[...]
Si
él mismo dice que no va a decir nada, a qué seguir leyendo. Pero como
uno es curioso y ya que le ha tropezado le dedica completa atención, sigue en su verso, y encuentra este epigrama:
El tocador
Cualquiera que haya tratado
a mi amiga Florentina,
dirá que es joven, divina,
pero no se habrá fijado.
Y es que todo su esplendor
y toda su juventud
son solamente virtud
de su lindo tocador.
¡Oh!, exclamo. Y aquí no acaba, vienen algunas cosas tan y más divertidas, por las que te hago esperar una semanita más, que mucho trabajo me ha llevado pasarlas.
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