miércoles, 9 de enero de 2013

Joaquín María Bartrina escribió los poemas "Excepción" y "Contra Darwin"

EXCEPCIÓN

Nada muere en el mundo. El movimiento
transfórmase en calor, luz o sonido;
la materia es eterna:
cuanto es también será, también ha sido.

Al esconder el sol sus resplandores
no se pierde la luz con que ilumina;
transfórmase en matices en las flores,
en imágenes mil en la retina.

El carbón que da el gas a las ciudades
y el fuego a la veloz locomotora
fue bosque en remotísimas edades,
y es la luz que en sí encierra
y nos devuelve ahora
la luz del sol que le alumbró en la tierra.

Sobre el mar la gaviota se desliza
y el agua con sus alas débil hiere,
y aquella ondulación con que el mar riza
no efímera allí muere,
que en las lejanas playas se confunde
con las que causa el barco que se hunde.

Solo en el mundo la memoria humana
es fuerza que sucumba,
¡y del yo nada queda en pos la tumba!

El hombre al hombre olvida,
si le es indiferente, cuando muere,
y si le debe algún favor, en vida.


CONTRA DARWIN

Cuentan que en Abisinia una manada
de feos babuinos
fue de Brehm por los perros atacada,
al cerrarle del monte los caminos.

De entre los cuadrumanos los más viejos
sobre los perros prestos se arrojaron,
y estos al punto el campo abandonaron
no creyendo seguros sus pellejos.

Al ver trepar en salvo por las rocas
y huir al monte la simiana gente,
Brehm, contando sus fuerzas, que eran pocas,
azuzó a su traílla nuevamente.

Esta corrió veloz, y en un momento
el valle ensordeció con sus ladridos
al alcanzar, de todos los huidos,
a un pequeño babuino rezagado
que apenas cinco meses contaría,
y que al verse cercado
prorrumpió en agudísimos chillidos.

Al escuchar sus voces de agonía,
un viejo babuino,
bajó del salvador monte vecino,
se echó sobre los perros, con sus brazos
el cerco hizo pedazos,
arrebató al pequeño
y huyó con él, le dio su valor alas,
y ceder no le hicieron de su empeño
ya ni los perros, ni de Brehm las balas.

Herido, ensangrentado,
llegó el heroico mono a la montaña
y entregó a los demás el rescatado.
Tal vez la muerte coronó su hazaña.

Las doctrinas de Darwin abandono,
pues a decir, ¡oh estupidez!, se atreve
¡que mucho el hombre se parece al mono!

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