SIEMPRE
Cuando, al nacer el día,
se esclarece dudoso el horizonte,
dibujando en la incierta lejanía
la línea opaca del oscuro monte;
cuando mudas las cosas se confunden
en el sueño común del mismo modo,
y su indistinto lineamento funden
de la sombra en el seno y calla todo;
cuando la luz, de trémulos fulgores
tiñe el ámbito inmenso, aún indecisa,
y esbozando contornos y colores
da a los espacios su primer sonrisa,
yo, con mi eterno anhelo
de llenar el presente del pasado,
ante ese mudo sonreír del cielo,
y en recuerdos y sombras sepultado,
al evocar su juventud naciente
que al amor y la dicha amanecía,
alborada feliz de un sol riente,
promesa dulce de dichoso día,
uniendo la memoria y el deseo,
llamando a mí mis sueños de ventura,
de mi alma en las sombras, aún la veo
blanca y dulce también, celeste y pura...
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Cuando del sol que nace,
el áureo disco sobre la alta sierra
dudoso apunta, y confundirse hace
en un beso de luz cielos y tierra;
cuando en el viento su fulgor extiende
y baña el risco, el monte, la espesura,
y acortándola al par, la sombra tiende
del árbol solitario, en la llanura;
cuando las brumas desgarradas flotan,
tiemblan las flores y en los altos nidos
los trinos surgen, y armoniosos brotan
del himno universal los mil ruidos,
por volver a sentir la dicha aquella
que hube en la senda de mi vida hallado,
al encontrarla en mi camino a ella
en el instante aquel nunca olvidado,
ya sin rumbo siguiéndolo y sin prisa,
que vivo aún en ese instante creo,
y aun derramando sobre mí la veo
la dulce luz de amor de su sonrisa.
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Cuando del sol que muere
el disco toca la lejana cumbre,
y la pupila deslumbrada hiere
frente por frente su purpúrea lumbre;
cuando suena la esquila en los apriscos
y el reptil se guarece en los linderos,
y en fondo de oro, de árboles y riscos
se prolonga la sombra en los oteros;
cuando al sueño la flor el tallo inclina,
y sobre el río ondea
con vuelo de fantasma la neblina,
que en flotantes girones aletea;
el presente fundiendo y el pasado,
siempre llevando su recuerdo amado,
unido a mí, que la contemplo aún creo
de lo inmortal y etéreo enamorada,
y aún derramando sobre mí la veo
la no olvidada luz de su mirada...
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Cuando, en la noche muda,
todo descansa en funeral reposo,
haciendo ante su túmulo grandioso
que la idea de un Dios al alma acuda;
cuando todo rumor en torno espira
y de lo vivo en el callado anhelo,
todo parece que a lo eterno mira
frente a la excelsa majestad del cielo;
cuando algo inmenso escriben las estrellas
del firmamento en el dosel sombrío,
y a los ojos absortos tiemblan ellas
en el fondo sin fondo del vacío,
sólo vivir en su recuerdo creo,
y en la noche sin fin de mis amores,
ahogando el llanto, sonreír la veo
dormida en su ataúd, lleno de flores...
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