TARDÍO APRENDIZAJE
Para soportar
estos años aciagos,
amargos,
de apretado silencio
en soledad sin muros,
he tenido que aprender
a platicar a solas,
a sufrir sin queja,
a llorar sin llanto
y a crearme,
en las quemantes noches
de los insomnios vagabundos,
la dócil compañía
de mi almohada,
haciéndola que duerma entre mis muslos.
EL MISMO AMOR
Amor, desnudo amor que haces regreso
en otro cuerpo de distinto aroma,
pero siempre el amor, amor eterno,
adolescente amor, inmadurable.
Reconozco en la luz de tus locuras
los mismos astros, la ternura misma,
el ave tierna de imbesados labios,
y vuelvo a comenzar lo inacabado...
Otro nombre y el alba de otra risa;
otras manos de tacto diferente,
otro bosque de frutos imprevistos;
pero dentro de mí fiera indomable;
el mismo amor que florecí hace siglos,
el mismo amor, enamorado siempre.
Mi ramaje de invierno se estremece
al sufrir tu presencia inesperada,
y sin saber por qué, se primavera
el cauce muerto de mi muerta sangre.
Soy de nuevo el de ayer, ascua creciente
en esta llaga esperanzado polvo,
que se aviva de nuevo con tu clima
y florece en tu tallo, su ternura.
Amor, desnudo amor que yo creía
muerto en la fiebre de mi vida trunca,
el mismo amor con que aprendí a morirme
en cada espera de insoladas ansias:
el amor de mi amor nunca extinguido,
el siempre adolescente amor ¡tan mío!
que vuelve a renacer en mis ocasos.
El amor de mi amor, naciendo siempre,
que se anida en el grito de tu sangre
para vivir su última caída.
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