6
Todo se apoya en algo
o cuelga de algo.
Pero ¿dónde se apoya
o de qué cuelga el centro?
Tal vez se apoye en su propia periferia
y también cuelgue de ella.
La rosa se apoya en la tierra
pero en verdad cuelga del cielo.
El pensar se apoya en un desliz del cuerpo,
pero en verdad cuelga del sueño.
El amor se apoya en un espacio recortado,
pero en verdad cuelga de un tiempo recortado.
La presencia se apoya en lo que hay,
pero en verdad cuelga de lo que no hay.
El centro se apoya en un vacío,
pero en verdad cuelga de otro.
8
Mensaje del azul entre las hojas,
lectura sin la trampa del sentido,
sin el enturbiamiento de las significaciones.
Mensaje del silencio cuando no es espera
de ningún otro mensaje,
cuando es solo una masa desnuda.
Mensaje del gesto más inexperto de tus manos,
olvidadas de ti, de mí, de todo,
de la combinación de sus funciones
que a veces soliviantan al mundo.
Mensaje del azar que se despierta
o quizá del azar que se duerme
y abandona la última vigilancia,
para que lo que ocurre
ocurra como si no ocurriese.
Mensajes sin mensaje.
No hay mayor libertad,
no hay nada más opuesto a la muerte,
no hay encuentro más abierto.
9
Desde todas las cosas se levantan cantos.
Algunos se duermen en el aire
y caen enseguida como semillas huecas.
Otros tropiezan con las otras cosas
y se pierden en ellas.
Y otros encuentran las palabras que vagan
y se funden así con el canto del hombre.
De ese agreste montaje,
de esa insólita mezcla
híbrida como el mundo,
impura como el mundo,
empieza un nuevo canto,
más libre,
más suelto que la vida:
nace el canto del mundo.
Y ese canto reemplaza,
casi en un rito clandestino,
la prolongada ausencia
del canto de los dioses.
De los dioses,
que nunca se entendieron del todo con las cosas.
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