martes, 4 de febrero de 2014

"Si a decirte verdad voy obligado..." y "Pareciéndome flores los abrojos...", sonetos de Hernando de Acuña

Si a decirte verdad voy obligado,        
don Martín, pues sé bien la de tu pecho        
y estás de mi amistad tan satisfecho        
cuanto yo de la tuya confiado,        

te amonesto que dejes el errado
camino por do vas, que a poco trecho,        
si le sigues, verás el mortal lecho        
que para el sueño eterno está guardado.        

No apacientes tu hato en la ribera        
del pequeño Sebeto, aunque te sea
agradable su agua y campo llano;        

mas huye de su ninfa Galatea,        
que, aunque es hermosa, es cruda, ingrata y fiera.        
No es Silvia, no, con su pastor Silvano.


Pareciéndome flores los abrojos,        
teniendo por atajo un gran rodeo,        
corrí tras la esperanza y el deseo,        
dejada la razón por los antojos;        

mas la miseria humana y sus enojos
me mostraron en fin mi devaneo        
de suerte que, no viendo, ahora veo,        
que, yendo a despeñarme, abrí los ojos.        

Desde entonces quedé considerando        
de cuán débil materia era el cimiento
donde fundé mil pensamientos vanos;        

y esfuerza mi flaqueza, procurando        
seguir con obras al entendimiento,        
mas, señor don Martín, somos humanos.

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