martes, 22 de abril de 2014

Sonetos de Fernando de Herrera y su puntuación


El siglo XX no trajo sólo triunfos para la poesía, también pérdidas, como la conveniente e imprescindible puntuación que introdujo Fernando de Herrera (1534-1597) para una correcta lectura del poema, sus especiales caracteres para los hiatos, sinéresis y dialefas. Sin más detalles sobre esto, te remito a la selección de sonetos que publicamos a partir de ahora de El Divino Fernando de Herrera.

La edición a la que me ciño es del año 2001, de la Universitá Degli Studi Roma Tre, titulada "Fernando de Herrera, Cento Sonetti", la de la cubierta que muestro. Va.

Buela i cerca la lumbre, i no reposa,
i huye, i buelve a su beldad rendida,
figura simple suya; i encendida
siente que fue a su muerte pressurosa.

Mas yo, alegre'n mi luz maravillosa,
a consagrar osando voi la vida,
qu'espera, de su bello ardor vencida,
o perders', o cobrarse venturosa.

Amor, qu'en mi engrandece su memoria;
entibia mi esperança en lento engaño,
i en llama ingrata ufano me consumo.

Cuidé ¡tal fue mi mal! ganar la gloria
d'el bien, que vi, i al fin hallo en mi daño;
que sólo de m'incendio resta el humo.



En este, que prosigo, espacio incierto;
armado con los riscos i espantoso,
descubro estrecho passo i afanoso;
dudosa salud siempre, i daño cierto.

Huyendo entre las peñas el desierto,
dilato el rastro d'el dolor penoso,
resuena áspero el viento, i el hermoso
cielo yaze 'n tinieblas encubierto.

Ya corro despeñándome sin tiento,
ya doy en las espinas con los ojos,
i no hallo algún fin en mi camino.

Cánsase i desespera el sufrimiento,
i no teme 'l peligro i los abrojos
cuanto llevar presente 'l mal contino.



De bosque'n bosque, d'uno en otro llano
solo en medroso orror i en sombra oscura
voi suspirando ausente, i la Luz pura
busco, que m'encubrió el Amor tirano.

Corto el río, i traspasso el monte'n vano;
que no se deve más a mi ventura;
el bien, que la esperança me procura,
huye, i se me desliza de la mano.

En este duro estrecho me lamento,
porque sea mi daño manifiesto,
i alguno se conduela en mi cuidado.

No conorta'l fin esto mi tormento;
que tanto mi dolor es más molesto,
cuanto d'ageno pecho más llorado.

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