No, no terminará: aunque hace mucho tiempo que se saldó la deuda,
el corazón inventa su propio calendario,
Y los sueños recobran el poder que tuvieron, como si nunca hubiesen
escuchado
El golpe de la puerta cerrada tras de ellos. Y hay que vivir entonces
en forma de condena
Lo que fue gozo un día, y aun lo que no pasó de ser promesa
Y es quizá más cruel, porque no sólo acusa la torpeza del Tiempo,
sino la de tu vida.
Y cada vez regresa más terrible, como si la amargura de otras
evocaciones se le fuera sumando.
Y, en abominable crecimiento de su significado, es ya tu propio ser
lo que así se cuestiona, por haber permitido que ocurriese,
Y por hacer posible que reviva.
Destierro
Porque te fuera amargo el sueño una vez más,
No digas que te sientes, por rencor a ti mismo, ciega el alma y
estéril:
Has sido desterrado tal vez hacia más luz, hacia amor o cansancio y
puede que hacia olvido,
Y, al fin, sólo hacia Tiempo; la vida es otra cosa.
Pasar
Qué esperar, si es inútil,
Y para qué esperarlo. Transcurre en paz si puedes, y deja solamente
algunas pocas cosas
Rozadas por un uso inexplicable. Acepta como dicha ese destino:
Bien pocos lo merecen.
No por amor,
ahora
Diste a mi vida luz; después, sabiduría; finalmente, amargura:
Pobres dones del tiempo, que al fin todos reciben.
Y no obstante fue grato adquirirlos así, en la hondura preciosa de
tu cuerpo.
Esto no es un poema de amor; y, sin embargo...
1 comentario:
Como cuando el silencio es posible
y las palabras empiezan a temblar.
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