miércoles, 6 de mayo de 2015

Algunos poemas de Miriam Reyes

LA BELLEZA ES UN MAL.
Algo que se te clava
como un gancho de carnicero.
Por su belleza soy un costillar colgado para la venta.
Roja es mi carne cuando le miro, vean
cómo me abro de garganta a sexo.
Podría pasar horas goteando
contemplando
la forma de su espalda sobre el colchón.


MI CUERPO DESNUDO ESTÁ AQUÍ
y no en otra parte.
Pasa y verás lo que hay
tras el esmalte de dientes.
Pasa y verás.

Mi cara no es mi cara.
La pequeña señorita sin nombre
la muñeca con lágrima.
Por favor por favor por favor
llévame a casa.
Por favor por favor
juega conmigo.

La autómata me protege
con su cuerpo de niña bonita de goma homologada.
Qué dulce, qué ducle y perfecto
en su vientre vacío suena el mar.

A la gente le encanta.
Le encanta la concha bajo la que el cangrejo ermitaño sobrevive.
La gente prefiere las conchas, las lleva a su casa
se las acerca al oído
las escucha.


DEJAMOS UN RASTRO DE HUMEDAD
en las paredes
en los marcos de las ventanas
dejamos los fregaderos atascados
papeles tapando los cristales
ratones muertos en el horno
dejamos cal en los espejos del baño
zanahorias podridas en la cocina
un sudor enfermo en los cerrojos de las puertas
ecos de horror rebotando en los techos
un olor a pesadilla por todas partes
un olor a gritos y a lágrimas derramados
sobre las quemaduras de la alfombra
sobre la grasa de los hornillos, la funda del colchón y
sobre los marcos astillados de las puertas.

Dejamos nuestro amor aspirado vuelto pellejos
-nuestro amor de un mes de vida
con toda su muerte por delante-
flotando en una palangana blanca
en el lugar donde perdí el sentido.


SOY LO QUE NO ENTIENDES
y simplificas.
Lo que no puedes cambiar
y limitas.
Lo que necesitas
y humillas.
Por más que te obedezca
no hago lo que deseas.
Por más que me anules
te lastimo.

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