Coges dos gemelos,
a uno lo dejas viviendo en la Tierra,
al otro lo envías por ahí a la velocidad de la luz.
El gemelo de la Tierra envejecerá tal como se espera,
morirá en unos... ¿ochenta años?
Sin embargo, el que viaja por el espacio
envejecerá en cuestión de días.
De todas formas, el tiempo no es uno, dos, tres...
Más bien es... algo así... como un mono loco
que salta del jueves al domingo
y vuelve al miércoles.
La mayoría se arrastra sigilosa
intentando colarse por debajo de las puertas,
mojando las horas con la constancia del orvallo
a la espera del minuto
que los salve y los olvide.
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