Hay un hombre mirando al borde de los ojos,
inclinado como aquel alquitrán; el pelo pende
cuando está y se recoge en una mano, al fondo
de la gravedad. Y hay un hombre maduro ya
riéndose del espejo o llorando, afeitándose
como sus antepasados, igual a los que vendrán.
Alejandro H. Mestre
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