Qué haremos con la luz,
con el olor que vierte
como un perdón la lluvia, con el grito
bárbaro del vencejo,
dónde albergar el náufrago estupor
que nos borra y nos nombra.
Las ventanas soportan
tanto azul sin romperse
pero nosotros
qué haremos
cuando amanezca el mundo
y el cuerpo otra vez sólo sea
un doloroso enjambre de palabras,
el otro lado de la claridad.
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