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Láora me ha organizado una salida, querida Quiela:
pretende que pase unos días en un balneario cercano a la costa, aunque en altura. Dice que allí, además, me harán una revisión médica, que no me vendrá mal una a fondo, que llevo una vida tan sedentaria que el hecho de no enfermar nunca puede ser signo de que esté incubando algo muy feo, y que incluso me convendría un chequeo del sistema nervioso, que enfermedades como el alzeimer conviene detectarlas con prontitud. Sólo de oirla me dan aprensiones.
¿Recuerdas, Quiela, cuando subismos a la montaña aquel verano? Diego y Frida nos acompañaron. Diego mataba a Frida de celos, siempre decía que la poesía y la pintura estaban sedientas de encontrarse, que había que aprovechar las oportunidades que brindaban el encuentro de una pareja de poetas con una pareja de pintores. A ti tampoco te gustaba la gracia, pero sé que Diego sólo lo hacía por burlaros y no dejé de reírsela.
Aquélla fue la primera vez que hicimos el amor, ¿recuerdas, querida Quiela? He libado tus labios, ya no quiero licor.
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