¡Ay, vivo fuego, ay, fiero pensamiento,
ay, rabioso dolor, pasos cansados,
ay, recelos de Amor desesperados,
ay, triste, congojoso sentimiento!
¡Ay, alto desear sin fundamento,
ay, vana empresa llena de cuidados,
ay, ríos, fuentes, selvas, bosques, prados,
ay, esquiva ocasión de mi tormento!
¡Ay, verdes murtas, árboles hermosos,
ay, lugar que ya fue ledo y jocundo,
do gastaba mi tiempo en dulce canto!
Espíritus alegres y amorosos,
si alguno vive acá en el bajo mundo,
muévaos hora a piedad mi triste llanto.
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El triste recordar del bien pasado
me representa el alma a mi despecho,
y el pensar que pasó me tiene hecho
de esperar que será, desesperado.
Ando de un no sé qué mal aquejado,
que me parece que me roe el pecho;
pienso que es desear, pero sospecho
que no da el desear tanto cuidado.
Pues, si no es desear, ¿qué es lo que siento?
Yo sé que no es temor, tampoco es celo,
que no me da vuestro valor licencia.
¿Si es fuerza de amoroso pensamiento?
No, que el pensar consigo trae consuelo.
Mas, ¡ay!, que ya sé que es: no es sino abstencia.
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