Con mal sabor de boca acabaremos el repaso a los sonetos Gutierre de Cetina. Un verso pésimo, de un grado de huera retórica que asocio al soneto pero en un extremo que consideraba inalcanzable: llevado a la inhumanidad. No he encontrado más bajo ejemplo de infamia en la literatura. Si la conclusión no es brillante, sí hace justicia a su autor: los versos nunca nos traicionan, nos dicen fielmente.
A un lacayo muerto debajo de un carro en el cual iba Lucía Hariela
Si puede honrar una famosa muerte
la más infame y deshonrada vida,
si la muerte con honra recibida
en gloria del que muere se convierte,
venturoso lacayo, a quien la suerte
concedió tanto bien, tal homicida,
duélate que haya sido en su venida,
presurosa al pasar, pero no fuerte.
¡Morir debajo un peso tan hermoso,
que hace feo al que sostuvo Atlante!
¿Cuál vida debe ser tan estimada?
¡Ójala fuera yo tan venturoso!
Tan dulce muerte en un mísero amante
fuera con más razón bien empleada.
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