Copio y pego el texto y te remito a la entrada que refiero.
Resulta absurdo pensar que la muerte se halla más cerca de un anciano que de un niño. La muerte es equidistante respecto a cualquier punto; su velocidad es infinita. Un hombre permanece sentado ante la ventana de la habitación que le muestra la calle, mira el reloj, las cinco en punto, alza la vista, y se muere a las cinco y un segundo, un segundo que dio cabida al infinito: todo el polvo levantado en ese intervalo por el giro de la tierra, y el no levantado [lo no ocurrido también ocurrió, pero como ausencia]. Deduzco que existe la muerte porque existe en cada instante un universo inconmesurable que la iguala en cifra. En este sentido [en infinitud] la muerte se parece al nacimiento. Por eso, el hombre que yacía muerto frente a la ventana, resucita, pero permanecerá para siempre con los ojos cerrados porque ahora sabe que todas las cosas imaginables se hallan a su alcance, equidistantes, encerradas en un segundo, y tal abundancia lo paraliza.[38]
http://blogs.alfaguara.com/fernandezmallo/2012/01/11/poesia-y-matematicas/
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