Amor que, sin detenerse en el efecto sensitivo, pasa al intelectual
Mandome, ¡ay Fabio!, que la amase Flora
y que no la quisiese; y mi cuidado,
obediente y confuso y mancillado,
sin desearla, su belleza adora.
Lo que el humano afecto siente y llora,
goza el entendimiento, amartelado
del espíritu eterno, encarcelado
en el claustro mortal que le atesora.
Amar es conocer virtud ardiente;
querer es voluntad interesada,
grosera y descortés caducamente.
El cuerpo es tierra, y lo será, y fue nada;
de Dios procede a eternidad la mente:
eterno amante soy de eterna amada.
A un caballero que se dolía del dilatarse la posesión de su amor
Quien no teme alcanzar lo que desea
da prisa a su tristeza y a su hartura:
la pretensión ilustra la hermosura,
cuanto la ingrata posesión la afea.
Por halagüeña dilación rodea
el que se dificulta su ventura,
pues es grosero el gozo y mal segura
la que en la posesión gloria se emplea.
Muéstrate siempre, Fabio, agradecido
a la buena intención de los desdenes,
y nunca te verás arrepentido.
Peor pierde los gustos y los bienes
el desprecio que sigue a lo adquirido,
que el imposible en adquirir, que tienes.
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