CRÍTICA DE LA VIDA
"Las cosas hay que pensarlas antes de hacerlas" dicen los viejos, y se equivocan porque, si se piensan antes, no se hacen; y si se piensan después uno se arrepiente de haberlas hecho. Las cosas no hay que pensarlas nunca. El pensar y el hacer han de ir, para ir bien, cada uno por su lado.
No digas a nadie "me han contado una cosa fea de ti" sin decirle cuál; le recordarás demasiadas cosas a la vez.
Procura decir a los hombres lo que ellos piensan aunque no sea lo que piensas tú; así nadie te llamará estúpido.
Todos estamos expuestos a cometer errores. La gravedad empieza cuando nos damos cuenta de haberlos cometido y los queremos enmendar. Y lo peor de todo es confiar el arreglo a otra persona.
Las entrevistas solo se resuelven bien a solas, porque ante la otra persona nunca se dice lo que se tenía pensado ni suceden las cosas como uno esperaba.
Muchos fracasos provienen de haber olvidado que las cosas solo se arreglan cuando están estropeadas del todo.
Es prudente hacer lo que a uno le gusta, mientras las consecuencias no le perjudiquen demasiado.
Si uno acepta el combate se expone a dos peligros: a salir malparado o a dejar malparado a otro. No, no; no hay que ser cobarde.
Para que nos den la razón basta sostener lo contrario de lo que pensamos y no advertirlo hasta que el otro nos dice: no, estás equivocado.
El que dice las verdades pierde las amistades, pero oye muchas verdades que le ayudan a conocerse a sí mismo.
El que pega primero pega dos veces, si pega bien; si ha pegado mal se expone a deslucir el refrán.
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