lunes, 29 de octubre de 2012

'Observaciones y máximas de Blas', de Noel Clarasó (46)

PADRES E HIJOS

Los padres, al tratar de los niños mal educados, tienen siempre la atención de referirse a los ajenos.

un niño siempre es más inteligente de lo que creen sus vecinos y menos inteligente de lo que creen sus padres.

En el conflicto de las generaciones siempre, a la larga, ganan los jóvenes; porque los viejos se mueren antes.

Cuando los niños piden una cosa solo hay dos soluciones: dársela o no dársela; con ambas soluciones se llega al mismo resultado, que los niños, a los diez minutos, piden otra cosa.

Dos padres bastan para encauzar a doce hijos; y un hijo basta para desencauzar a dos padres.

Los hijos tienen porvenir, pero no tienen pasado; esta feliz circunstancia facilita mucho el trabajo de educarlos.

Los niños son un bien para sus padres; y con ellos se aprende a no desear los bienes ajenos.

Hasta a los padres feos les halaga más que sus hijos se les parezcan a ellos, que no que se parezcan a otro.

Cada uno de los padres se da cuenta de la razón que tiene el hijo cuando el conflicto es entre el hijo y el otro padre.

PERROS

No tener perro no es en ningún caso una defensa contra los perros; porque siempre son los perros ajenos los que nos molestan.

Los perros que ladran, no muerden; pero para nuestra seguridad hace falta que tampoco muerdan los perros que no ladran.

Un hombre vagabundo suele tener perro y un perro vagabundo nunca tiene hombre; en esto se diferencian.

Nadie se enfada con su perro si molesta a otra persona; pero todos se enfadan con la otra persona si no sabe aguantar las impertinencias del perro.

Nadie aguantaría de un amigo lo que le parece natural que los amigos aguanten de su perro.

El perro es tal vez despreciado por los otros animales, precisamente por culpa de su amistad con el hombre.

Los hombres alaban la destreza de sus perros que les devuelven una piedra que ellos tiran lejos; lo raro sería que se la comieran.

La naturaleza del hombre es más adaptable que la del perro; el perro nunca consigue parecerse a su dueño, y el hombre acaba muchas veces por parecerse a su perro.

Si el perro de tu amigo te muerde y te quieres vengar, muerde a tu amigo; los perros están muy duros.

1 comentario:

Nená dijo...

En su última reflexión tiene toda, toda la razón.
-Bueno en cada una de ellas, pero la última me llama más la atención-
Besos,

Nená