FÁBULA
Cruzando por los profundos
espacios iba un cometa,
y cuentan que rabiaba,
al ver la distancia inmensa
a que estaba de este mundo,
de que no le apercibiera
ni aun el más estudioso
astrónomo de la tierra.
-¿Cómo lo haré, se decía,
para que todos me vean
y cuenten que soy, acaso,
un pronóstico de guerra,
de muerte de rey o papa,
de año de peste y miseria!
-¿Cómo lo haré?, repetía,
sin suspender su carrera.
De repente acertó el modo
de realizar su idea:
pasó por delante el sol
y una mancha dejó impresa
móvil del astro del día
en la esplendorosa esfera.
Al ver la mancha, el astrónomo
adivinó la existencia
del que fuera, a no manchar,
un ignorado cometa.
(Y el cometa, con su maña,
más que a servir a la ciencia,
aprovechó a la ignorancia,
que aprendió la estratagema.)
CONFORMES
Es bella, te ama. Yo tu ventura,
aunque ya envidio, más envidiara
si no supiera que su hermosura
está en tus ojos más que en su cara.
Su amor -y conste que no es despecho,
que de mis dudas no son resabios-
está en sus labios más que en su pecho
y está en tu mente más que en sus labios.
Pero ¡qué diablo! Cual solo es justa
la ley cuando hace lo que queremos,
solo es belleza lo que nos gusta,
verdad es solo lo que creemos.
Veo que sabe tu inexperiencia
lo que el estudio más viejo ignora.
Te compadece mi altiva ciencia;
mi alma, al saberlo, te envidia y llora.
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