¿Quién me dará un coraçón tan alto
que d'amor pueda escudriñar los hechos,
sin que mis daños proprios, o provechos,
s'atraviesen a darme sobresalto?
Comienço a contemplar y luego salto
por medio del deleite en mil despechos
que m'arrancan el alma de los pechos
y quedo yo acusándome de falto.
Cargan tristezas, mas en mitad dellas
el spíritu d'amor sostiene'l gusto
y defiende que'l desamor no tiente.
Es el proceso de'sto muy injusto;
quema el fuego y alumbran las centellas;
el bien se huele y el dolor se siente.
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No é de pedir sino lo que merezco,
y é de pediros cuanto yo deseo.
Igualo el merecer con el deseo
y entiendo bien con esto a qué m'ofrezco.
Así lo digo, y no m'ensoverbezco,
ni en palabras inchadas me rodeo;
antes, según yo desto siento y creo,
de sola la verdad me favorezco.
No quiso Dios dar bien no merecido,
y así nos dio con qué se mereciese.
El alma os doy, y os doy lo que's posible;
¡Y oxalá yo, señora, más pudiese!
Con esto, pues, merezco lo que pido,
y hasta donde comiença lo imposible.
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