XIII
¡Qué triste andar sin rumbo! ¡Qué fácil el camino
cuando por él se corre tras el soñado fin;
qué inútil la fatiga sin dirigirse a nada;
qué próspero el esfuerzo, qué breve la jornada,
cuando al extremo surge la meta deseada,
aun del camino áspero tras el postrer confín!
¡Qué fuerte y vigoroso camina sin desmayo
quien en su ruta encuentra recóndita atracción;
qué pronto fatigado se rinde con hastío
inútil todo en torno mirando en su desvío,
quien frente al horizonte monótono y sombrío,
forzosamente avanza sin fija dirección!
¡Qué triste andar sin rumbo la senda de lo humano
de la perpetua duda con la ansiedad cruel;
con qué inconsciente fuerza sin decaer avanza,
quien mira en su camino, surgiendo en lontananza,
consagración o término, destino o esperanza,
aunque antes de acabarlo la Muerte se alce en él!
¡Oh! fines sobrehumanos que confortáis la vida,
¿en dónde estáis? Mi anhelo no os halla en derredor.
¿En dónde estáis, victorias del alma y de la idea,
valor de dar la vida porque útil a otros sea,
aspiración del genio que en lo increado crea,
virtud, altos anhelos, martirio, gloria, amor!...
¡Oh! nada, nada en torno; lo ciego o lo insensible,
lo abyecto o lo instintivo; lo inerte o lo brutal...
¡Oh, vida! ¿dónde a cambio de ti si inútil eres,
hallar lo que es aliento del alma de los seres,
en donde lucha o sueños a que animosa fueres,
luz, noche, sima o cumbre, ¡oh! ¿dónde un ideal!
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