Mil veces de tu mano me he escapado
y al punto de la muerte y fin venido,
y tantas he tornado y te he seguido,
Amor, y nunca quedo escarmentado;
mil veces he propuesto y he jurado
de no seguir tu bando y tu partido,
viéndome en tu poder triste y perdido,
y tantas mi palabra y fe he quebrado.
Ahora, en este trance y mal que siento,
causado de tus manos crudamente,
bien justo era cumplir el juramento;
mas, triste, ¿qué haré, que no consiente
la dura suerte, el áspero tormento,
que el siervo del señor se halle ausente?
¡Oh sin ventura yo, oh mal nacido!
¿En qué estrella cruel vine a la tierra
sujeto a tierno llanto, a dura guerra,
a siempre amar sin serme agradecido?
¿Cuál hado inexorable me ha traído
a las manos de un tigre, en que se encierra
beldad del cielo y crueldad de tierra,
mi alma en el abismo del olvido?
¡Ay, enemigo cruel!, ¿y quién creyera
que estaban en mi muerte conjurados
tan nueva ingratitud y tal crudeza?
¡Ay vida, y tiempo, y horas mal gastadas!
¡No quiera Dios que adore yo a una fiera
que paga tanto amor con tal dureza!
No hay comentarios:
Publicar un comentario