Coro de puertas, porvenir de estruendo
2
La poesía llega a existir en el despertar y en la respiración
sólo por la necesidad, por la necesidad de establecer contacto
en el despertar y en la respiración de otros lenguajes. Donde
existe una relación, existe para mí. Comida de respiración:
es como si me hubieran dado un arma en las respuestas.
Me acerco a mi mujer para tocar la realidad: incertidumbre
de no saber qué mujer voy a tocar. La poesía está ahí, entonces,
tocándome: una mano solidaria abre las puertas de la mano:
campos que son nombres abiertos con los que me llaman.
3
¿A qué clase de trabajo me dedico?
Golpeo.
–¿Quién es?, preguntan
–Pasa, me dicen.
Tomo lo que me ofrecen y continúo mi camino.
Puertas que no deberían abrirse jamás.
Puertas que no sólo contienen puertas.
Porque un día las puertas cantarán en el fuego
y serán el fuego sin puertas cantando.
Golpeo y las puertas se me caen encima.
5
Primer paso: cuando escribo, mi mano es un movimiento
que no me pertenece y el movimiento un golpe transmitido
por los nudillos, porque ahí la fuerza es un nido que envidian
las águilas.
Cuando me doy cuenta tengo que sacar el machete para abrirme
paso.
Es el mismo camino de siempre pero no es el mismo camino que
terminé o inicié. Con distintos paisajes entre las líneas
de lo ciego. El primer camino ya no existe. El segundo
o el tercero están a punto de desaparecer.
Me quedo con nada.
Me quedo con todos los caminos que pasan por el borde
de mis párpados.
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