Burla de las amenazas cuando se toca la campana de velilla
Conozcan los monarcas a Velilla,
por la superstición de la campana;
que a mí, por una pícara aldeana,
me la dio a conocer la seguidilla.
Crédulo, ¿por qué pasas a Castilla
agüeros de Aragón? ¡Oh plebe insana!
Siempre ceñuda con la alteza humana,
nunca propicia a la primera silla.
Yo temo que se toquen las mujeres,
que denota los moños y arracadas,
apretador y cintas y alfileres.
Mas tocarse campanas apartadas
de mi sueño y mi casa y mis placeres,
aquí, y en Aragón, son badajadas.
Vieja vuelta a la edad de las niñas
¿Para qué nos persuades eres niña?
¿Importa que te mueras de viruelas?
Pues la falta de dientes y de muelas
boca de taita en la vejez te aliña.
Tú te cierras de edad y de campiña,
y a que están por nacer, chicota, apelas;
gorgeas con quijadas bisagüelas
y llamas metedor a la basquiña.
La boca, que fue chirlo, agora embudo,
disimula lo rancio en los antaños,
y nos vende por barbas el engrudo.
Grandilla (porque logres tus engaños),
que tienes pocos años no lo dudo,
si son los por vivir los pocos años.
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