Con una reelección cuerda mitiga el dolor de una pasión
Con el dolor de la mortal herida
de un agravio de amor, me lamentaba;
y por ver si la muerte se llegaba,
procuraba que fuese más crecida.
Toda en su mal el alma divertida,
pena por pena su dolor sumaba,
y en cada circunstancia ponderaba
que sobraban mil muertes a una vida.
Y cuando al golpe de uno y otro tiro,
rendido el corazón, daba penoso
señas de dar el último suspiro,
no sé por qué destino prodigioso,
volví en mi acuerdo y dije: ¿qué me admiro?
¿Quién en amor ha sido más dichoso?
Quéjase de la suerte: insinúa su aversión a los vicios y justifica su divertimento a las musas
¿En perseguirme, Mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo? Cuando solo intento
poner bellezas en mi entendimiento,
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros, ni riquezas,
así, siempre me causa mal contento,
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.
Y no estimo hermosura, que vencida,
es despojo civil de las Edades;
ni riqueza me agrada si es mentida.
Teniendo por mejor en mis Verdades,
consumir vanidades de la Vida,
que consumir la Vida en vanidades.
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