Condena por crueldad disimulada, el alivio, que la esperanza da
Diuturna enfermedad de la esperanza,
que así entretienes mis cansado años,
y el fiel de los bienes, y los daños,
tienes en equilibrio la balanza.
Que siempre suspendida, en la tardanza
de inclinarse, no dejan tus engaños
que lleguen a excederse en los tamaños
la desesperación, o confianza.
¿Quién te ha quitado el nombre de homicida?
pues lo eres más severa, si se advierte,
que suspendes el alma entretenida;
y entre la infausta, o felice suerte,
no lo haces tú, por conservar la vida,
sino por dar más dilatada muerte.
En que consuela a un celoso epilogando la serie de los amores
Amor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos,
susténtase de llantos y de ruegos.
Doctrínanle tibiezas y despego,
conserva el ser entre engañosos velos,
hasta que con agravios o con celos
apaga con sus lágrimas su fuego.
Su principio, su medio y fin es este;
pues, ¿por qué, Alcino, sientes el desvío
de Celia que otro tiempo bien te quiso?
¿Qué razón hay de que dolor te cueste,
pues no te engañó Amor, Alcino mío,
sino que llegó el término preciso?
No hay comentarios:
Publicar un comentario